miércoles, 9 de marzo de 2011

Globalización: dictadura global

El fenómeno de la globalización, tan en boca de todos y de todas en las últimas décadas, no es algo que ataña únicamente a cuestiones de índole económica, no olvidemos que cuando hablamos de globalización hablamos también de un fenómeno cultural.

Y, con ‘globalización cultural’ podríamos pensar perfectamente que, gracias a esto, se pondrán a nuestro alcance culturas para nosotros antes desconocidas. Nada más lejos de la realidad, a pesar de que aparentemente se nos permite ese ‘lujo’, como ya sabemos, el capitalismo es una de cal y cinco de arena. Y no, al contrario de lo que podáis imaginar, no me he equivocado ni en el refrán, ni en la mezcla.

La misión de la globalización cultural no es otra que la de homogeneizar a la humanidad, suprimir nuestras identidades nacionales y la diversidad cultural mundial, en definitiva, hacer de nosotros un solo ente para que así, su control, sea más sencillo y eficaz.

Reducen nuestra cultura a mero ‘folclore’, a clichés superficiales, véase el ‘olé’, el ‘que salaos somos los españoles’, los ‘trajes típicos’, a la vez que nos atacan (y nos dejamos atacar) por fuerzas extranjerizantes que nos inducen a la confusión, provocando una densa niebla que nos impide ver quienes somos y donde estamos. En consecuencia, esto supone una barrera para que nosotros como nación nos autorrealicemos ya que somos un ente desorientado, que no es capaz de ahondar en lo más profundo de su ser y pierde su proyección histórica. Son las naciones las que hacen las revoluciones y, por lo tanto, son estas a quien el capital desea suprimir. A cambio, nos ofrecen un ‘patriotismo infecundo y vano: el orientado hacia el pasado’, ya que el ‘fuerte y activo, orientado hacia el porvenir’ es perjudicial para ellos.


A pesar de que debemos apelar a la solidaridad internacional, no debemos olvidar que solo la propia nación sabe como ha de ser su revolución. Esta no consistirá en subvertir el orden económico únicamente, más o menos similar en gran parte del mundo, si no responder a unas reivindicaciones culturales propias a la nación y ante las cuales no valen soluciones externas. A la cuestión española, solo un español puede darle solución, pues está no estará presente en nadie que no haya crecido y vivido aquí.

Yo no estoy haciendo apología de la discriminación hacia ninguna persona por proceder de aquí o allí, simplemente a la necesidad de hacer la revolución nacional, ya que será la única que satisfará todas las demandas de una nación. De igual manera que un pueblo bosquimano tiene su idiosincrasia, su forma de vida y su propia fórmula para la resolución de sus problemas, el español también.

En definitiva, la globalización cultural responde a la necesidad de hacer efectiva la globalización política y económica, enarbolada por el sistema capitalista que es, a fin de cuentas, el único beneficiado.

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